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miércoles, 29 de febrero de 2012

CULTURA INCA: La Tradición de las Cuatro Edades, por Alfonso Klauer

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“En el seno de los pueblos andinos, esclarecidos sabios elaboraron y transmitieron, generación tras generación, una lúcida y sintética versión del largo proceso histórico que experimentaba el hombre en los Andes.



En su original y sugerente formulación que ha llegado hasta nuestros días por mérito del cronista andino Huamán Poma de Ayala los especialistas dividían en cuatro grandes períodos o edades la prolongada historia andina.


La sabia síntesis histórica, sorprendentemente, sólo fue registrada por dos cronistas: Huamán Poma de Ayala, en su Nueva Crónica y el Buen Gobierno; y fray Buenaventura de Salinas, en su Memorial de la historia del Nuevo Mundo.

Valcárcel precisa, sin embargo, que “hay la más vehemente sospecha de que el religioso franciscano, antes de serlo, tuvo en sus manos el manuscrito [del cronista peruano]”.


La tradición de las Cuatro Edades


La Primera Edad, de los Wari Wiracocha Runa –“Hombres creados por el Fundador”–, se remontaría a más de 6 000 años. Según la tradición, correspondería al período de los hombres primitivos que vivieron en refugios naturales, sin conocer el vestido.

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La Segunda Edad, de los Wari Runa “Hombres Fundadores”–, correspondería a la de los pueblos que aprendieron a cultivar la tierra, a construir terrazas, a trazar canales de riego, fabricar sus vestidos, etc. “No había guerra entre ellos, pues eran pacíficos agricultores” –anotó el cronista 6–.
La Tercera Edad, de los Purun Runa –“Hombres de la Montaña”–, sería el tiempo de los diestros tejedores; de los arquitectos que usaron la piedra, fundaron pueblos, construyeron muchos caminos; de quienes explotaron minas, aprendieron a ser buenos orfebres, desarrollaron lenguas, organizaron ejércitos y entraron en guerra.
La Cuarta Edad, de los Auca Runa –“Hombres Guerreros”–, sería a su vez la de la multiplicación de las guerras por tierras y pastos. Se levanta fortalezas. “Las viviendas eran como escondrijos ante el temor de los ataques” –registró con especial y patético detalle Huamán Poma–. Los jefes más importantes eran llevados en andas y eran polígamos.
La “Tradición de las Cuatro Edades” muestra la convicción de los pueblos andinos sobre su remoto origen, y respecto de su secular ocupación del territorio de los Andes.


Sin embargo, una Quinta Edad –como afirma el historiador peruano Manuel Burga–, sería la de los Inca Pacha Runa, “donde numerosos señoríos étnicos Auca Runa se reordenan dentro de la organización imperial cusqueña”. Corresponde pues al período de hegemonía inka.


Todo parece indicar –conforme se ha indicado –, que la fuente original de esta notable y singular versión histórica, fue pues el cronista ayacuchano –chanka– Huamán Poma de Ayala.


Es muy significativo y sintomático que Garcilaso, cusqueño –inka–, y la mayoría de los cronistas, cuyos informantes fueron en gran parte también cusqueños –inkas–, no hayan recogido esa importante versión histórica.


Ello da pie para suponer que la singular tradición pertenecía pues al patrimonio cultural de la nación chanka.


La “Tradición de las Cuatro Edades” bosqueja un largo proceso histórico en el que se alcanzó avanzados desarrollos culturales, como efectivamente han corroborado la Historia y la Arqueología. Para Garcilaso, en cambio, o, si se prefiere, para los historiadores inkas –en una gruesa distorsión de la realidad– el pasado preimperial inka fue una época de behetrías y salvajismo.


Podría suponerse que los sabios o amautas inkas, conociendo la “Tradición de las Cuatro Edades”, la silenciaron porque dejaba sin sustento –su eventual– y autoproclamada “acción civilizadora”. Es difícil, sin embargo, imaginar que dejaran pasar la oportunidad de apropiarse y reformular esa tan esclarecida versión, colocándose como protagonistas centrales.


Al fin y al cabo, hay muchas evidencias de que, efectivamente, y aunque quizá de manera inadvertida, hicieron aparecer como propios muchos méritos que correspondían, desde muy antiguo, a otros pueblos andinos.


Al no hacerlo con la “Tradición de las Cuatro Edades”, lo más probable es, entonces, que simple y llanamente no accedieron a conocerla.


La “Tradición de las Cuatro Edades” fue explicitada por Huamán Poma hace 500 años. Pero su primigenia y legendaria formulación data sin duda de fecha muy remota.


Es asombrosa sin embargo la coincidencia entre el esquema general de evolución histórica que plantea, y el que hoy pueden ofrecer las Ciencias Sociales, mas éstas, con el auxilio de muchísima mayor información, métodos y conocimientos científicos más elaborados, y modernas técnicas de auscultación y comprobación.


Ello, en todo caso, abona muy favorablemente respecto de los antiguos conocimientos de los pueblos andinos que, aunque de origen intuitivo y empírico, tenían sorprendente correspondencia con la realidad, como lo muestra el Gráfico N° 1.


Debe resaltarse, por otro lado, que la formulación de la “Tradición de las Cuatro Edades” que hace el cronista andino ayacuchano es un típico caso de sincretismo cultural.


El texto, en efecto, es una síntesis de la cosmovisión andina y de la cosmovisión europea occidental impuesta por los conquistadores españoles. Síntesis perfectamente comprensible en la mente de uno de los primeros bilingües quechua–hispano parlantes que, precisamente por esa razón, formó parte de las primeras generaciones de este tipo de mestizos.


No obstante, la propia cosmovisión de los chankas conquistados y dominados por los inkas –como ocurrió con los padres y abuelos de Huamán Poma– ya era sincrética. Porque sintetizaba la cosmovisión ayacuchana –chanka –, con la cosmovisión inka que les era extraña.


Tomado del libro.
TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte
de Alfonso Klauer.

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Apunte de Guillermo Marín

Resulta más que evidente que las dos civilizaciones del continente: la del Anáhuac en el Norte y la del Tahuantinsuyo en el Sur, son en realidad una sola.
Las dos civilizaciones comparten tres grandes periodos conocidos por les especialistas como: preclásico, clásico y postclásico; tres grandes culturas representativas de cada uno de estos periodos, pero que, son muy similares iconográficamente las del Norte con las del Sur en sus respectivos periodos. Y especialmente la vulnerabilidad que tuvieron ante la invasión de una cultura menos desarrollada pero más virulenta y depredadora como es la europea.
Esta idea, que es obvia desde una perspectiva descolonizadora, tímidamente ya ha sido plateada por dos investigadores reconocidos en el Anáhuac y en el Tahuantinsuyo. En efecto, en el libro titulado “Dioses del Norte, Dioses del Sur” (Era, Méx. 2008), López Austin y Luís Millones desde la academia, empiezan a tender puentes entre las dos civilizaciones que en realidad es una sola.

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