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domingo, 12 de abril de 2009

RAMÓN XIRAU, ¿POETA O FILÓSOFO?


articulo tomado de "La Jornada Semanal", ed. del 12 abril 2009



Foto: Carlos Cisneros/ archivo La Jornada

Ramón Xirau,
¿poeta o filósofo?

Raúl Olvera Mijares

Asumir el riesgo de publicar la poesía completa de un autor, en edición bilingüe, no es cuestión baladí. Martí Soler, gerente de ediciones del Fondo de Cultura, él mismo nativo de Cataluña , había querido tener un acercamiento con ese mercado. En 2004 se preparó una antología de poetas catalanes contemporáneos que jamás vio la luz, a pesar de cartas, por parte de españoles, pidiendo incluso la intervención del rey. Ese mismo año saldrían, si bien en traducción, cinco obras de prosistas catalanes. Ciudad de México y París han sido, sin duda alguna, dos capitales importantes para las letras catalanas. El exilio, provocado por la Guerra civil, habría de traer a tierras mexicanas a autores de la talla de un Agustí Bartra, un Josep Carner, un Pere Calders i Rossinyol o un Avel·lí Artís-Gener Tísner.

A diferencia del gallego y el vasco, el catalán se ha pertrechado en la tradición escrita desde el Medioevo. C omparado con el castellano, por el número de hablantes, el catalán no es precisamente una lengua robusta. Por otra parte, aún no se ponen de acuerdo los expertos catalanes y valencianos acerca de una gramática definitiva. Durante la dictadura, la lengua catalana se vio restringida a usos únicamente privados. Los catalanes fueron otrora poderosos y colonizaron las Baleares, Cerdeña, llegando incluso a Nápoles. Su idioma se relaciona con el provenzal y el retorrománico –lenguas también minoritarias y amenazadas. El catalán esconde el temperamento, nostalgia y humor de un pueblo. Es lamentable la cantidad de empréstitos y la influencia ejercida por el castellano. Habría sido preferible ver que el desarrollo del catalán fuera algo así como el del italiano o el portugués, lenguas ajenas e independientes.

Figura señera, a caballo entre el pensamiento y la sensibilidad, hombre-puente en palabras de su gran amigo Octavio Paz, Ramón Xirau (Barcelona, 1924), desde su llegada a México en 1938, tras su paso por París, no ha cesado en sus empeños humanísticos ni líricos durante sus ochenta y cuatro años de vida. Su trayectoria en la formación universitaria es amplísima y no requiere comentario alguno; autor de libros de filosofía, estética e historia de las ideas, obras fundamentales para entender el desarrollo de la reflexión humanística en el México del siglo xx . Conocida su poesía de pocos, hermanos de lengua o bien colegas escritores, la obra de Xirau circuló dispersa en una serie de revistas y libros. Difícil decir qué resulta más notorio en su producción, si la prosa ensayística o sus más o menos breves poemas en una lengua de apariencia tan próxima, pero de una fonética, una expresividad y una atmósfera tan peculiares.

Fruto de lecturas tempranas, alentadas por su padre Joaquín, Ramón comenzó a adentrarse en el universo tradicional de la poesía catalana, con un marcado bucolismo, por una parte, hacia la montaña, el Pirineo catalán y, por otra, hacia el mar, ese pródigo Mediterráneo, puente casi inagotable de influencias, corriente que se dirige hacia fuera y hacia dentro, flujo y reflujo de la cultura. En Xirau predominará la tendencia marítima en sus poemas, surcados de azul, de gaviotas, de arena, de delfines, de puertos y de velas. Algunos catalanes, siempre prontos a la travesía, salieron al exilio para luego retornar a la patria, nunca buscaron un refugio cómodo y seguro, como dijera el memorable Tísner; otros, en cambio, se quedaron en México, notablemente Agustí Bartra, Eduardo Nicol, el filósofo y discípulo suyo, Ramón Xirau.

La aparición en Tierra Firme de Poesía completa (Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 2007) sale con la traducción española de Andrés Sánchez Robayna, entrañable colaborador y amigo de Xirau. A parte de un par de erratas veniales en el original catalán y otras menos benignas en la traducción –como la omisión de líneas enteras, algunos false cognates o palabras de forma similar pero de sentido diverso, y un atrevimiento quizá excesivo con la formación de nuevas voces–, el impecable diseño permite ver, bajo una nueva luz, la obra entera de Xirau. Ya en Cataluña había aparecido una edición monolingüe de este inmenso legado poético en cabalidad, aunque no con el nivel de la presente.

Quizás Xirau mismo propició en la traducción una sana y llana literalidad que suministra las claves para entender el original catalán, pero sin que ella misma resulte por necesidad poética. La riqueza en el ritmo, los hallazgos de palabras, simples repeticiones y casi infantiles neologismos, nada de eso se conserva en la severa y ajustada versión. Naturalezas vivas (El Tucán de Virginia, 1997) también en edición bilingüe, en la pluma de otro traductor, Rafael-José Díaz, adolece de fallas muy similares. Se trata acaso del celo filológico del poeta –el propósito de remitir siempre al original– aun a despecho de volver la traducción española más bien chata.

Ya Martí Soler se quejaba alguna vez de la ausencia de libros catalanes en el mercado mexicano. Todos los grandes sellos editoriales los sacan en España pero aquí no. Es presumible, pues, que la gran mayoría de los lectores se acerque a la poesía de Xirau a través de la traducción –y no precisamente con el deseo expreso de aprender la llengua catalana. Así, no es de extrañar que la obra poética de Xirau, mirada desde la perspectiva del español, pase por ser complemento de su obra ensayística. A decir verdad, el universo tan sólido y mínimo de su expresión lírica, basado en el empleo de unas cuantas voces y conceptos –la jerga familiar y restringida del exiliado–, le ha valido ya un lugar de honor en las letras catalanas; tocará ahora a las castellanas, en el decurso de la historia, determinar el carácter perenne o no tanto de sus sesudas y algo adustas reflexiones.

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