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martes, 19 de agosto de 2008

LOS TZOTZILES DE SAN JUAN CHAMULA, CHIA PAS Y SU R ELIGIOSIDA D... Tomado de: http://www.worldvillages.net

México
Viaje de fe a San Juan Chamula

Viaje de fe a San Juan Chamula
"Impresionante travesía que realizan a pié los indígenas Tzotziles de México, donde la necesidad por expresar su fe religiosa, les lleva a transportar por casi 1350 Km. una antorcha que es encendida en la Basílica de Guadalupe, la que llevarán a cuestas hasta su comunidad como símbolo de luz y protección."

Viaje de fe a San Juan Chamula

La religiosidad, desde que se tiene conocimiento, siempre ha sido para el ser humano motivo de grandes manifestaciones y declaraciones de fe.
Es así entonces, como en el mundo entero, surgen los templos, Basílicas y santuarios donde profesar y expresar colectiva e individualmente esta convicción.
En México, este fenómeno histórico toma verdadera importancia debido a las condiciones tan particulares a las que fue sometido durante la conquista. Etapa en la cual, hubo de transformar sus creencias religiosas, cargadas de leyendas y deidades, hacia el dogma cristiano impuesto por una iglesia extranjera cuya hegemonía consolidaba la conquista de América.
Finalmente, esta especie de metamorfosis religiosa de los antiguos pobladores, se consiguió gracias a un sincretismo de aquellas creencias primarias y su personificación mítica sobre las imágenes y elementos traídos por los españoles católicos.
Cabe decir, que de alguna forma, los indígenas seguían venerando a sus deidades vernáculas, ya que no solo desconocían el idioma, los cantos, rezos y oraciones de esta nueva religiosidad, sino que tampoco fueron parte de su historia y tradiciones. Por lo que, ya sin alternativa, se dio una gran reverencia a estos nuevos cultos, pero siempre bajo sus propias y únicas posibilidades de entendimiento.


Viaje de fe a San Juan Chamula

Es así entonces, como da inicio en los antiguos nativos, esta ajena visión religiosa, que va adquiriendo raíces muy propias y sobre las cuales se va escribiendo el comienzo de una nueva Era, que surge, desde la aparición en el cerro del Tepeyac de la virgen de Guadalupe al indio Juan Diego en aquella madrugada de Diciembre en el año de 1531 y que va generando, con el transcurrir del tiempo, una de las mas fervientes devociones que practique religión alguna en América, acontecimiento que ha llevado a la Iglesia, a construir su Basílica en el mismo lugar donde algún día fuera el templo de Tonantzin, la diosa madre de los mexicas, antiguos pobladores de la época prehispánica; unificándose de esta manera, la religión oficial con los cultos profanos para dar lugar al Guadalupanismo, expresión y símbolo de identidad nacional, cuyo culto masivo que practica hoy en día el pueblo mexicano, no solo tiene verdaderas muestras de autenticidad, producto de la fusión de dos grandes historias, sino que además lleva consigo, la profunda convicción de sus raíces maternas.

La gran carrera que realizan anualmente los indígenas de San Juan Chamula, verdadera prueba de dolor y sacrificio, reafirma una vez más su fe en la iglesia, la virgen y la figura de Juan Diego, a mas de constituir una expiación inevitable para continuar sosteniendo el legado y prácticas cristianas.
Por ello, han tomado la costumbre medieval del antorchismo, misma que da comienzo los primeros días del mes de Diciembre mediante un peregrinaje a la Basílica de Guadalupe en la capital de la República; lugar en el que confluyen en el ámbito de lo sagrado y donde luego de orar en sus lenguas nativas y al pié de las antiguas capillas, en un acto muy significativo, prenden la antorcha que será transportada hasta sus comunidades en los altos del Estado de Chiapas; donde finalmente, en gran ceremonia, serán recibidos por su pueblo y las autoridades luego de 11 ó 12 días de llevarla a cuestas, encarnando así, el traslado de la virgen con toda su significación de luz, amor y protección a sus hogares, que en muchos de los casos, están a mas de 1,300 kilómetros de distancia.
Durante esta larga y pesada trayectoria, los incidentes a los que puedan estar sometidos los antorchistas, no son mas que una prueba de valor y resistencia, que lejos de doblegar su fe, la incrementa y ennoblece, puesto que consideran que todo su traslado está protegido por un amparo divino, que en mucho se asemeja, a esa vieja comunión existente entre la naturaleza y la capacidad del ser humano de expresar jubilosamente sus pasiones, aunque para ello, tenga que ocultar momentáneamente los sentimientos de dolor y sufrimiento.


Viaje de fe a San Juan Chamula

Luego de varios días de recorrido y casi 1000 Km. de travesía: Tuxtla, Chapa de Corzo y más adelante Zinacantán, son algunos de los diversos lugares que los antorchistas van alcanzando en el Estado de Chiapas, exuberante territorio semitropical ubicado al extremo sur-oeste del país, y que fue cuna donde prosperaron las grandes culturas mesoamericanas, pueblos que hoy en día, como olvidados por el tiempo, apenas sobreviven gracias a su concentración étnica masiva y solidaria que les permite mantener aún su lengua materna y legado de costumbres, las que día a día pretenden rescatar, pese a la enorme influencia de nuevas prácticas políticas, sociales y culturales que les exige el mundo contemporáneo. Quizá sea por todo ello que desplieguen con tanto entusiasmo estas expresiones, ya que representan una victoria ante sí y su destino, en favor de su historia y frente a una naturaleza, que atrapándoles, les ha hecho suyos..., como aprisionándoles en su propio espacio.


Viaje de fe a San Juan Chamula


Las multitudinarias expresiones del Guadalupanismo que se descubren en toda la República mexicana durante los días previos al 12 de Diciembre, fecha en la cual se lleva a cabo la apoteosis de la celebración, los fieles tienden a concentrarse en las diferentes Basílicas de pueblos y ciudades, por lo que también los indígenas de San Juan Chamula visitan, en un acto de auténtico peregrinaje, otras iglesias y templos antes de llegar a su comunidad.
Siendo así, como en este ir dejando atrás los pueblos y ciudades para alcanzar sus sueños, que la hermandad y solidaridad, de alguna manera, se hacen nuevamente presentes en este grupo indígena, cuyo arrojo es acompañado por cientos de jóvenes, niños y ancianos que se desplazan por los altos de la sierra para adherirse a este culto sagrado que va llegando a su destino y fin, y donde el pueblo entero, en un auténtica manifestación de fe, se vuelca para rendir su propio y particular homenaje el 12 de Diciembre a Guadalupe -Tonantzin.
En los instantes previos al arribo de los antorchistas, la comunidad congregada alrededor de la iglesia, inicia la fiesta con toritos, cohetes y toda clase de petardos que rasgan el transparente cielo azul en una expresión de alegría y colorido, en una declaración de nostalgia profunda y misteriosa evocación a su pasado, dando la impresión, de que estos pueblos van logrando imprimir una página más a su historia cargada de luchas y esperanzas, de anhelos y disputas por retomar aquella supremacía que tiempo atrás les fue arrebatada.

Posteriormente, ya los antorchistas frente al atrio, se dirigen al interior del templo con todos los estandartes que acompañaron su peregrinaje, última marcha donde descalzos y adoloridos subliminalmente se mezclan con el humo del copal, los instrumentos musicales y sus rezos, en un solo acto, en una sola reverencia, en una misma plegaria de enorme sacrificio.



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