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miércoles, 13 de agosto de 2008

LA TRADICIÓN OLÍMPICA DE LA PROTESTA: Tomado de BBC...

La tradición olímpica de la protesta
Paul Reynolds
BBC

Protesta frente al obelisco de Buenos Aires por el paso de la antorcha olímpica
Pocos son las olimpíadas que no han generado protestas y controversia.
Las protestas y los boicots son prácticamente otro deporte olímpico.

De hecho, es raro que unas olimpíadas se celebren sin controversia.

"Los juegos son un blanco fácil para los boicots", me dijo Tony Bijkerk, secretario general de la Sociedad Internacional de Historiadores de las Olimpíadas (ISOH, por sus siglas en inglés).

"No estoy de acuerdo con los boicots porque afectan más que nada a los atletas. Pero cada cuatro años los juegos constituyen un podio internacional para las protestas, y no es mucho lo que el movimiento olímpico puede hacer para evitarlo", añadió.

Cuando Barcelona acogió sus exitosos Juegos Olímpicos en 1992, era lar primera vez desde la cita de Roma 1960 que no había boicot.

Se trataba de aquellos días en que la Guerra Fría ya había terminado, y otro motivo de boicot, el apartheid, también desaparecía en Sudáfrica.

Tradición

Esta oportunidad para que Pekín muestre cómo China se incorpora al mundo moderno también ha dado a muchos la oportunidad de retornar a lo que es, en realidad, la larga tradición olímpica de protestar.

Protesta contra la organización china de las Olimpíadas de 2008
Los juegos de Pekín ya han vuelto a revivir una larga tradición.
En 1908, atletas irlandeses boicotearon los juego de Londres para reclamar al Reino Unido la independencia de Irlanda.

Además, hubo alguna tensión cuando el atleta que llevaba la bandera de Estados Unidos no quiso hacer la reverencia protocolaria al rey Eduardo VII.

"Esta bandera no se inclina a ningún rey terrenal", dijo el capitán del equipo estadounidense, y la tradición ha continuado hasta hoy por lo que habrá que ver qué sucede cuando Londres sea la sede olímpica en 2012.

En 1932 hubo un anticipo de lo que se avecinaría poco después cuando en Los Ángeles un atleta italiano hizo el saludo fascista en el podio.

Berlín 1936

Los juegos berlineses de 1936, concedidos a Alemania antes de que Adolfo Hitler llegara al poder, "se tendrían que llevar la medalla de oro a los más controvertidos" según el vicepresidente de la ISOH, David Wallechinsky.

Los nazis inundaron los juegos de propaganda y hubo llamados al boicot, el cual algunos atletas judíos llevaron a cabo.

Estados Unidos asistió a los juegos luego de que Avery Brundage, presidente de su Comité Olímpico, rechazara las peticiones de no acudir.

La ironía es que esas olimpíadas son recordadas por los triunfos del atleta negro estadounidense Jesse Owens, quien ganó cuatro medallas de oro bajo las mismas narices de Hitler.

A propósito, el relevo de la antorcha olímpica fue una idea de los organizadores de los juegos de Berlín con un propósito de auto glorificación. Está por ver si esa práctica sobrevive a las olimpíadas de Pekín.

Guerra Fría

Después de la interrupción de la Segunda Guerra Mundial, los juegos se reanudaron pero comenzó, entonces, la Guerra Fría.

En Helsinki en 1952 los deportistas de la URSS se mantuvieron del lado soviético de la frontera y sólo cruzaron a Finlandia para competir.

México, 1968
En 1968 John Carlos alzó el puño en reivindicación racial en las olimpíadas de México.
En 1956, la crisis de Medio Oriente se hizo sentir cuando Egipto, Irak y el Líbano no fueron a Melbourne en protesta por la invasión de Suez por parte del Reino Unido y Francia.

A su vez, Holanda, España y Suiza se negaron a participar por la intervención de la Unión Soviética para poner fin a la Revolución Húngara.

Luego, en Tokio en 1964 hubo boicots de Indonesia y Corea del Norte por disputas sobre la competición de sus atletas en juegos en países rivales, y a Sudáfrica se le prohibió participar debido a su política racial.

A los juegos de México de 1968 algunos países amenazaron con no asistir si competía la Unión Soviética, que había invadido Checoslovaquia.

Pero esos juegos estuvieron marcados por dos protestas. Poco antes del inicio de las olimpíadas, el ejército dio muerte a un número indeterminado de personas al disparar contra los estudiantes y manifestantes congregados en la Plaza de las Tres Culturas, en lo que se conoce como la Matanza de Tlatelolco.

Además, los deportistas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos alzaron el puño enfundado en un guante negro como símbolo de reivindicación racial. Aunque fueron expulsados de los juegos, su gesto tuvo gran repercusión.

Múnich 1972

En lo que fueron unos juegos desastrosos, la protesta derivó en violencia en 1972, en Munich, cuando pistoleros palestinos asesinaron a atletas israelíes, y tomaron a otros como rehenes. Tras una interrupción de un día, los juegos continuaron su curso.

La repercusión de la política en las olimpíadas continuó cuando 26 países africanos y caribeños boicotearon la cita de Montreal en 1976 porque Nueva Zelanda, cuyo equipo de rugby jugó en Sudáfrica, fue autorizada a competir en Canadá.

Montreal inició otro frente de controversia: el costo de las olimpíadas, tema que fue controvertido en Atenas y lo está siendo en los preparativos de la cita de Londres.

Grandes boicots

El mayor de los boicots ocurrió en 1980 cuando 62 países encabezados por Estados Unidos decidieron no participar en los juegos de Moscú luego de la invasión soviética a Afganistán.

John Carlos
Ahora, Carlos protesta portando "la antorcha de los derechos humanos".
En respuesta, la URSS encabezó un boicot de sus aliados a las olimpíadas de Los Ángeles en 1984.

La crisis tocó fondo. La política casi logra imponerse sobre el olimpismo.

En Seúl, en 1988, hubo una recuperación, y la protesta de Corea del Norte al no ser país co-anfitrión sólo mantuvo alejados de las olimpíadas a Cuba y Etiopía.

La recuperación fue enorme en Barcelona y aunque en Atlanta, en 1996 estalló una bomba, esos juegos estuvieron casi libres de protestas.

La cita de Sydney en 2000 es calificada como una de las más exitosas de la historia. La de Atenas, pese a las controversias por su alto costo, pasó sin sobresaltos.

Los Juegos de Pekín ya han vuelto a revivir la tradición de la protesta.

Los de Londres difícilmente estarán inmunes.

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